EL CAMIONERO...La Historia de 3 Hombres y un CANBERRA.
De Marcelo Siri en
CANBERRAS ARGENTINOS .....
".... Viernes, ultimo día
de la semana y un merecido descanso para el sábado y domingo. Habíamos tenido
una semana bastante activa y como corolario se programó un operativo para todo
el Escuadrón, por escuadrillas, en navegación con regulación de hora de llegada,
por los cuatro rumbos cardinales y tiro en la III Br. Ae. a la misma hora. El
apoyo técnico y sus petates, en un DC-3 y directo a RTA para recibirnos. De mas
esta decir que, como siempre, había que aguzar los lápices y llegar a
exactamente a la hora prevista, pues las gastadas posteriores podían resultar
catastróficas a la hora del asado con el cual nos esperaban.
Y así fue, todos
partimos y si mal no recuerdo 11 canberras desparramados por el centro y norte
del país. Navegación sin novedad, ninguno regreso por fallas y todos allí
estuvimos, de acuerdo a lo programado y ninguno tiró sus bombas fuera de Santa
Fe. Excelente, brillante y la superioridad; mas que contenta. Abajo todo el
mundo, acondicionar los aviones, juntarnos y todos al casino. Venia la mejor
parte. Éramos, al menos eso creímos, merecedores de al menos un choripan. Y no
lo íbamos a dejar de lado.
Era julio, pero hacia
calor y ni hablar de la humedad. Todo un asado campechano, pero manteniendo
medianamente la compostura, acorde con la época. Todo de diez. 22 pilotos, 22
navegadores, la crew del DC-3 , los mecánicos y los infaltables adicionales.
Todo un equipazo, todos mirando por todos y en una armonía sin parangón y que
se prolongó por decenas de años.
Y como lo bueno dura
poco, había que empezar a pensar en el regreso. A eso de las 16:00, el Jefe de
Escuadrón, V,Com. Plessel, pide al brujo de turno la meteorología. Cuando
llega, células convectivas por allá, por acá, por el norte, por el sur, por
todos lados. “Bien, esperemos la evolución”. ½ hora y nada evolucionaba. Y así
transcurrió el tiempo. Mientras tanto: “...traigan el estado de combustible de
los aviones...”. Pasaron 33 años, y si mal no recuerdo, había que tener 2.400
lbs. con nivel 200 y en la vertical de Paraná. De ahí para abajo, ni hablar. A
cargar combustible en donde sea. Si, en donde sea, y éste era el nuevo temita
en cuestión. Reconquista solo se movía a nafta; ni una gota de JP.
Dos aviones tenían
mas o menos 2.600 y 2.800 lbs., el resto sin novedad. Resistencia, Corrientes y
Goya, bajo mínimo. ¿ Cómo esta la ruta a Paraná?. “...yyyy
todo
cubierto....reportan Cb alrededor de Sta. Fe...”.
Y el Jefe de
Escuadrón toma la decisión: “...todos a los aviones, el DC3 carga lo que trajo,
despega primero y nos va actualizando la ruta. Nosotros en los aviones
escuchando los reportes y de a uno iremos despegando. Yo iré en el B-102 que
tiene menos combustible, Maldonado viene conmigo, y Comellí en el otro; elija
su navegador. Escudero, Sr...”. “... Comelli, Uds despegaran penúltimo y
nosotros en ultimo lugar...solo nosotros mantendremos energía externa
permanente, para no consumir combustible...cuando le dé la orden pone en marcha
y se va; luego lo haremos nosotros....”
“... La ruta esta
cubierta de Fl 100 para arriba. A unas 25 mn, sobre la ruta y antes de Paraná
hay Cb. Rodeándolo por el Oeste y entrando por Sta. Fe, no hay problemas..”,
nos comentaba el Cap. Briend. Acto seguido comenzaron los despegues y fueron
llegando a destino. Ya eran las ultimas luces y despegó Comelli. A los 10/15
minutos despegamos nosotros. Nuestro mecánico, en aquel entonces, el
Cabo........., nuevo en estas lides y que creo era la primera vez que volaba en
este avión. Fue quien colaboró en quitar la energía exterior, subir, cerrar la
puerta, sentarse y atarse los 11 cinturones, correas, oxigeno y demás artículos
que son necesarios para el asiento eyectable, y todo esto en el tiempo de
meterse a la pista (estábamos en el borde de ella) y despegar, digamos 2
minutos. Mientras lo hacia, lo miraba de reojo y me dio la impresión en varias
oportunidades, que se estaba atando mal. En el momento del despegue le pude
quitar los pines del asiento y que sea lo que Dios quiera.
Las bases de la
nubosidad ya estaba bajando y nosotros subiendo tratando de salir por encima de
ellas. 200, 220,260 y en los 280 salimos, pies más pies menos. De todas
maneras, mas alto menos consumo, en eso estábamos acertados. Y nuevamente nos
metimos en la capa, pero allí seguimos; siempre sobre la colorada. Estábamos en
contacto con la TWR PAR, manteniéndolos informados. Ya todos habían aterrizado.
Nos esperaban a nosotros.
-“... Sr, dentro de 3
minutos vamos a hacer un viraje por la derecha a rumbo 240° y así rodeamos el
Cb...”. “...Bien..” .
-“... Sr. Viraje por
la derecha a 240°”. Silencio.
-“... Sr. Por la
derecha, que lo tenemos al frente...”
-“... Se ve bien por
este nivel, voy a seguir porque veo claro, la nubosidad esta flojita, como
algodón...”
No deben haber pasado
mas de 3 minutos y toda claridad que irradia el volar entre las nubes, se
transformó instantáneamente en negro. Negro absoluto, y le pegué el grito a
PAR:
-“... ¡ Nos metimos
en el cumulus nimbus ¡ “, y adiós con las comunicaciones.
-“... ¡ URGENTE ABAJO
! ”, le ladré a mi jefe y lo hizo reduciendo la potencia.
Imagínense una caja
de zapatos con piedras adentro y sacudidas violentamente. Bien, la caja era el
avión y las piedras éramos nosotros y todo lo que anduviera suelto por allí.
Corte de energía total, sin comunicaciones, sin instrumentos de ningún tipo, un
silencio mortal, sacudidos y dados vuelta en todos los sentidos sin ninguna
contemplación. Mi compás de puntas secas, fue encontrado tiempo después debajo
del asiento del piloto; ¿ cómo fue a parar alli?, no lo sé. De hecho no hirió a
nadie.
Tal era la vorágine
externa e interna, allá, a unos siete mil metros, que pensé en una eyección
como solución. Pero instantáneamente me dije: NO, si el paracaídas se abre,
llegaríamos cascoteados al suelo y con la seda hecha un colador. Poquísimas
probabilidades de llegar entero. Estábamos en medio de la torre, el chorro
descendente y turbulento nos tiraba para abajo de cualquier forma y el gran
Vice. luchando por mantener el animal mas o menos estabilizado.
El único instrumento
que quedo funcionando, fue el radio altímetro. Instrumento chiquito y que
brillaba mas que nunca. El fiel giraba como ventilador, y era lo que me daba la
certeza que bajábamos a velocidad vertiginosa. Me daba la impresión que saltaba
de 5.000 en 5,000 ft.
20 , 15 , 10 , 5 , 2
, 1.000 ft. y a los 800 y algo de ft., el jefe logro estabilizarlo y salimos
volando como Dios manda a unos 700 ft. , dando motor suavemente. Estos dos
buenos muchachos, nunca se detuvieron, a pesar del hielo el diluvio de agua. El
avión propiamente dicho, y contrariamente a mis pensamientos que se partiria en
mil pedazos; tenia todo lo que debía tener. Y por lo que sentía, respondía de
mil maravillas.
¿ Y ahora ? ¿ Por
donde andamos ? ¿ De que lado del Paraná estamos ?, y en estos momentos surgen
las preguntas más insólitas. Intercomunicador, no teníamos. Y a los gritos le
preguntaba al jefe si podía volar..... No escuchaba nada, pero seguíamos
volando. De un lado para otro. Buscando una referencia, una ciudad, algo. El
ignoraba si nosotros estábamos o no estábamos, si respirábamos o no. Nada.
En un trozo de papel
que encontré por ahí, le pude escribir que pusiera rumbo 270°, encontrara el
río y fuera hacia el sur. O encontraba Paraná o encontraba Rosario. Se lo quise
pasar, pero no hubo caso. Lo que sí, note que se iba de un pueblo a otro, de
luces de pueblos a otra. No sé cuanto tiempo volamos de esta manera. Hasta que
haciendo un nuevo intento por VHF, salió al aire mi amigo Briend. Había
escuchado mi único llamado allá arriba. Y se mantuvo en vuelo en la vertical de
Paraná, como retransmisor y desgañitándose de tanto llamarnos.
- “...¡ NEGRITO! ¿
Están bien, donde están?. “.........Bien gracias, aun estamos volando..” y le
relate somera y velozmente la situación.
- “... en este
momento estamos girando en un pueblo, pero es muy chico. No sé que es. Espera
que agarró para otro lado...”
-“ ... éste es
grande, muy grande, pero de no es Paraná. ¿ Cómo me escuchas ?. Bajo pero te
entiendo.
-“... Estamos volando
paralelo a una ruta al lado de la ciudad, como si fuera una inicial, me parece
que intenta aterrizar...”
-“... Cantame el
combustible...”
- Estirándome para
ver los liquidometros: “... cero el 1, 150 el 2 y 100 el 3...”, le conteste. A
ese nivel el consumo es de unas 110 lbs. por minuto. No quedaba para mucho y de
hecho el intento de aterrizaje en la ruta, era sí o sí.
-“...Estamos entrando
en básica..” “.... Pasame el combustible..”
- “... cero el
uno,unas 50 el dos y cero el tres...” ¡ Luz ámbar del motor 1 encendida !. “...
entramos a final. Ahí esta parpadeando la del 2...”.
Y no hablé más. No sé
si me siguió llamando y no lo escuchaba, o si se perdió definitivamente la
comunicación. Lo que sí sé, que fue para ellos el segundo fatal; habían pensado
en lo peor. Se persignaron y rezaron por nosotros y no me cabe ninguna duda que
estas oraciones sirvieron mucho, para salir exitosamente de lo que todavía
faltaba.
Escuche que el tren
de aterrizaje comenzaba a bajar. Al avión lo sentía que estaba controlado. En
la situación actual, tenia la absoluta responsabilidad de eyectarnos antes del
toque; o quedarnos hasta el final. Y reflotaron mis dudas que el mecánico
estuviera o no bien atado. Si bien creo que no figura en ningún manual el que
hacer en esta situación; decidí no eyectarnos. No vaya a ser cosa que mi ladero
no este en condiciones. Y así como salga, llegue al suelo. Grave. Y además, de
funcionar todo como esta previsto, repito, no vaya a ser cosa que quedemos
enhebrados en algún poste; o embutidos dentro de algún galpón o casa.
Había algo mas, y era
la absoluta confianza que le tenia al jefe. Había volado muchísimo con él. Era
técnico y preciso mil por mil. Por lo tanto, como es de imaginar, y en
milésimas de segundos decidí: Nos quedamos.
- “...No toque nada,
ponga las manos entre las piernas y quieto...” . Esto a los gritos y me dio el
comprendido.
Por mi parte me
preparé para eyectar la cúpula; manos cruzadas, con una regla y apoyándola en
la llave correspondiente. Esta determinación la tome porque, si se llega a
revirar el fuselaje, no salimos, salvo a los hachazos de adentro.
En cuanto sentí el
primer toque en el suelo, accione la eyección de la cúpula. Impesionante la
explosión. Los bulones explosivos explotan, pero para el interior de la cabina,
y los restos metálicos se esparcen hacia el interior y todas las direcciónes.
Sentí un fuerte cachetazo en las manos y en las piernas y la cúpula voló.
Los siguientes
relatos se entrelazan por relatos posteriores de mi Sr. Jefe de Escuadrón.
- “... Cuando escuche
la explosión, pensé que, gracias Dios se eyectaron ...” “... Y seguí tranquilo
el aterrizaje...” .Pensó mi Jefe. Pero aun estábamos adentro y hasta el final.
Todos juntos y que Dios disponga.
El toque fue suave.
Las famosas cuchillas entrerrianas (ondulaciones), fue el lugar que nos toco
aterrizar. A los saltos entre loma y loma, pero siempre sobre la ruta. Nunca
nos salimos de ella. Y en el fondo de un valle, allá arriba dos luces y en
sentido contrario. Plic-Plic, alta y baja, alta y baja. El buen señor camionero
nos pedía que bajáramos las luces altas. No las tenemos, falta de previsión
para estas eventualidades por parte del diseñador; diría algún paisano.
Y con el ultimo
chorrito de velocidad remanente y ante la inminente colisión; palanca a la
derecha y atrás. El avión se salió a la derecha y levantó un poco el plano
izquierdo. Este ultimo aliento de vida controlado del avión, fue suficiente
para salir de la ruta y al levantar la puntera izquierda pasar por encima del
camión; pero, dejándole dibujado en la cabina el formato semicircular del
tanque de puntera. Este buen hombre, absolutamente anonadado, perdió totalmente
el control y se fue a la banquina.
Por nuestra parte, no
nos quedamos quietos. Salimos hacia nuestra derecha, a unos 40° y deslizándonos
de costado. Cruzamos la banquina y una zanja mediana y nos detuvimos a unos 100
mts. de una casa.
Silencio y quietud,
con las cabezas hacia el cielo por la falta de cúpula. Antes del primer
movimiento, le coloque los pines al asiento del mecánico y al mío, previendo
cualquier accidente involuntario. Adelante no había movimiento alguno:
- “...¡ ¿ Señor, esta
bien...? ! , le grite golpeando con la mano derecha el panel lateral. Silencio.
Tres veces le repetí lo mismo hasta que apareció la mano enguantada del Jefe y
con el pulgar hacia arriba.
- “... Voy a intentar
comunicarme con Paraná ...”. Nada, ninguna respuesta; mientras ya se asomaba
Plessl hacia nuestros puestos.
- “... No hay caso,
debemos tener rotas las antenas.. ” , y apagué la energía y todo lo que correspondía.
Me paré en el asiento
y con medio cuerpo hacia fuera del avión, y mire como estábamos. Apoyados sobre
el fuselaje, una casa cerca, la ruta a unos cincuenta metros, y no había
indicios de fuego o algo por el estilo. Todo oscuro y lloviznaba muy suavemente
y el terreno barroso.
- “...Sr. me voy
hasta la ruta para averiguar donde estamos...”. Silencio como respuesta.
Salté al plano
izquierdo, me desplacé hasta el borde izquierdo del motor, ¿ Y esa lona en el
tanque de puntera ?, no tenia una respuesta adecuada y salté al terreno por el
borde ataque, en el mismísimo lugar de un pozo lleno de barro y clavado hasta
las rodillas. Y de allí hasta la ruta. Llegado al borde del camino, veo que
llegaba un señor en bicicleta, con una capa y paraguas.
- “... Buenas noches,
sentí un ruido, salí a mirar y vi el avión detenido cerca de casa... ¿ Estan
bien ? ¿ Hay algún herido ?.
- “... Gracias señor,
estamos todos bien...” “...¿ Donde estamos..? ”.
- “...Para allá a
unos 5 Km esta Crespo, y siguiendo la ruta para allá esta Puigari...” ¿
Necesitan algo ?. Lo único que no tengo es teléfono, porque Crespo se queda
recién sin luz.
- “... Esta bien
señor, gracias de todos modos. Regrese a su casa, cualquier cosa le
avisamos.... Y se fue por el mismo lugar por donde había venido.
Me volví al avión, me
trepé al plano por cerca de la puntera y ya estaban los dos parados sobre los
asientos y observándome. Les relaté lo averiguado y le sugerí al Jefe ir los
tres hasta la ruta y pedirle al primero que pase que nos lleve hasta Crespo,
que era lo mas cercano y además más importante que Puigari.
- “... Disponga
Maldonado, disponga; la culpa es MIA, discúlpeme. La culpa es MIA...”.
- “... Deje de hablar
bol....... Sr., que hay que hacer un montón de cosas. Tome su campera y la
gorra; y bajen por este lado...”
Cuando bajaron al
plano, escuche ruido en el puesto del piloto a algo encendido. Me volví a
meter, y eran los inversores que no habían sido apagados. Corte todo y salí
nuevamente, y a caminar por medio del barro y en la oscuridad hasta la ruta.
No deben haber pasado
cinco minutos y un 504 se acercaba desde Crespo. En cuanto vio a tres
aparecidos en el borde del camino, los pies embarrados, medio húmedos, en un
lugar insólito, de noche y calculo con cara de extraviados; no dudó y paró.
- “... ¿ Nos puede
acercar a Crespo...?
- “... Por supuesto,
suban...
- “...Ud. se queda
aquí y no deje pasar a nadie...¿ estamos ?. Le dije al mecánico. No me contesto
y le coloque mi bandolera con la pistola. Estaba pálido y duro como una viga.
Dio media vuelta
nuestro benefactor y salimos hacia Crespo. Nos sentamos atrás y yo a la
izquierda. El Jefe no hablaba, solo miraba al frente. No muy lejos de allí,
vimos un camión mediano, en la banquina (que es medio zanja) , con las ruedas
para arriba, y un señor parado en el borde la ruta.
- “... Pare donde
esta ese señor, por favor...” .Le pidió Pessl al conductor.
- “...¿ Hay algún
herido ? le pregunto.
- “... Estoy bien,
gracias, ya me vienen a buscar. Sigan, sigan...”
- “... Sr, ¿ La lona
que esta colgada en el tanque de puntera izquierdo es de ese camión...? . Sin
girar, me hizo sí con la cabeza.
Verdaderamente una
conmovedora respuesta.
Llegamos en minutos a
Crespo, totalmente a oscuras, y paramos frente a la Comisaría 1ra. El hombre de
504, nos espera para llevarnos nuevamente hasta el avión. Alli pude darme
cuenta porque me dolían las manos y las tenia frías. El dorso de las dos estaban
ensangrentadas, tenia restos de la explosión de la cúpula. Pessel se encargó de
explicar la situación y por falta de energía tuvieron que usar un teléfono a
manivela. Se comunicaron con la primera de Paraná y estos con la Brigada. El
Jefe les informo dónde y cómo estábamos y se escuchó el griterío de alegría
desde el otro lado del cable.
- “... ¡ Ya vamos
todos a buscarlos, no se muevan...!
Paralelamente, y por
un camino lateral, un patrullero se dirigía a verificar el motivo de una
explosión escuchada en la ruta y a la altura del cruce de los cable de alta
tensión, y determinar el porqué del corte de luz. Para llegar a ese punto
debían pasar por lado del camión volcado. Allí pararon, igual que nosotros,
y...
- “ ... ¿ Que le paso
mi amigo..? ” fue la pregunta al camionero.
- “... ¡ Choqué con
un avión...! respondió
Y la reacción
policial no se demoró, quien sabe si por conocimiento zonal, le quisieron poner
las esposas y llevárselo por excesiva ingesta etílica. Y ante la defensa
verborragica del buen hombre y que pareció tener una pizca de veracidad; se
fueron hacia donde les relataba que, seguro, estaba el avión. Así lo hicieron,
encontraron al mecánico, este les contó en dos palabras el tema, vieron de
lejos a la bestia, y se volvieron al lugar de los cables de alta tensión. En
realidad era la misión ordenada. Allí se llevaron la sorpresa. Los cables,
cuatro, estaban cortados; y tirados sobre la banquina. La herramienta de corte
tenia nombre: B-102 y los intrépidos de la maquina voladora...
El hombre del 504 nos
dejó al lado del mecánico, quien no se había movido de la misma huella en donde
lo dejamos. Le agradecimos por lo que había hecho por nosotros y se alejo hacia
Puigari. Debo confesar un error garrafal mío; no tuve la precaución de pedirle
sus datos, o tomar la patente del auto, para agradecerle posteriormente como
corresponde su hombría de bien.
- “ ...Ya nos vienen
a buscar...”, y sin ninguna expresión siguió el mecánico, quietito en su lugar.
Allí, hice algunos
comentarios y no hubo respuesta alguna. No tengo noción del tiempo que pasó,
pero no fue mucho. Minutos tal vez. Hasta que:
- “... Sr., me parece
que ahí vienen...”
Me dio la impresión,
por las facciones que tenia mi Jefe, que el mundo se le venia abajo, vaya uno a
saber el calibre e importancia de sus pensamientos. Que gran hombre, una
palmada el hombro y me dijo en un tono un tanto tristón: Gracias.
Y ya no hablamos mas,
la caravana de autos ya se detenía, eran como veinte; y más de mil camaradas
bajaron de adentro. Lógico, hasta la ambulancia vino, pensando que tendrían
trabajo....
A esta altura de las
circunstancias, salvo el dolor en las manos, estaba entero; pero cuando nos
empezaron a abrazar, saludar y a besar algunos zafados (para aquella época...),
las rodillas flaquearon y comenzaron a repiquetear. Hasta que no les dije de
todo a esos exagerados y me metí en un auto, no me pasó, y nuevamente volví a
la normalidad. Al mecánico, lo tuvieron que pichicatear para que se duerma,
adentro de la ambulancia y al casino. Creo que no era para tanto, pero los
médicos ( que creo que fue hasta el bioquímico) se toman su margen de
previsión, y por ende había que justificar el movimiento de la ambulancia....
Realmente aquellos, todos, eran profesionales de primera. Al Jefe, le hicieron
tomar una pastillita, y derecho a Jefatura. Allí lo esperaban el Jefe de
Brigada, Jefes de Grupo y Escuadrón. Y yo derechito a sanidad, a ver que tenia
en las manos. Me anestesiaron, y aunque no lo crean, con un vaso de tinto; y
entre dos y con lupa me sacaron un montón de esquirlas, me vendaron, e
inmediatamente a Jefatura. Se me había ordenado que fuera, ni bien finalizaran
las curaciones.
Yo era 1er.Teniente,
el entrar allí, y que lo pongan en el medio de un circulo de todos los popes de
la Brigada; era para pensar: ¡ Aquí me fusilan en el acto!. Pero no. En un
exagerado e innecesario gesto de bondad, mi Comandante de Aeronave, había
cargado en mis hombros todo lo bueno, y en los suyos todos los errores. Este
era el panorama, sonrisas para este lado y gestos adustos para el otro. Y...
- “... Vamos al
Casino, que nos estan esperando...”.Ordenó el Jefe de Brigada
No faltaba nadie y ya
estaba preparado el copetín y demás menudencias. Y en abundancia. ¿ En que
momento hicieron todo esto?. Y como corresponde el gasto está a cargo de los
que salieron airosos, nosotros. Pero el gran Jefe dijo no: Yo me hago cargo.
Ninguna discusión.
También debo confesar
que el Jefe de los galenos, me designó un satélite. Dispuso que un medico no se
moviera de mi lado, por si me declarara en algún momento de bailarín de
hula-hula. Sr. ¿Se siente bien? , y así decenas de veces. Terminó el copetín y
me lo llevé a cenar, donde le pregunte cuál era su problema. “A las 23:30 tengo
pasaje para Bs. As ”. “ No te hagas problema, terminamos, te llevo en el auto a
la terminal y me voy a dormir a mi casa ”. Y así lo hice.
Estaba solo, mi
familia se encontraba en Bs.As. Aparentemente ese viernes fatídico había
finalizado, pero con suerte. Temprano por la mañana, tomé mi renoleta y me fui
al lugar del accidente a recoger la cartera de navegación. Allí me enteré del
tema de los cables, que los cortamos limpiamente sin que haya variado la
trayectoria de aterrizaje,quedaron estampados en el fuselaje un par de
latigazos de los cables, detalles del camionero, del ancho de la ruta, que en
ningún momento el avión se salió de ella hasta el momento del choque, que solo
habíamos barrido la pata delantera y plegado el principal derecho, y lo que
hizo helar la sangre fue que si Plessel hubiera hecho exactamente la misma
maniobra, para no embestir frontalmente, pero hacia la izquierda; habríamos
eludido igualmente el choque. Pero durante el desplazamiento lateral por el
campo, nos hubiera llevado a quedar abrazados, en alguna de las columnas de
cemento de alta tensión, de metro y medio de diámetro. Si eso hubiese sucedido,
otra seria la historia que estaría relatando; o no.
Regrese al casino, y
al Oficial actuante le pregunte si podía ir a Bs. As. en un G II, y que el día
siguiente regresaba nuevamente en el mismo avión. No quería que mi mujer se
enterara por los diarios, prefería contárselo yo.
Toque el timbre de la
casa de mis suegros, mi mujer abrió la puerta, me vio las manos, y:
- “... ¡ Que pasó...!
¡ Chocaste el auto...! ”
- “... ¡ Nó..! ¡ Casi
nos matamos en un avión... !
- “... ¡ Hayyy,
pobrecito... !
El domingo no fue el
avión a buscarnos, la Fuerza Aérea había detenido toda la actividad aérea. El
Presidente de la Nación estaba muy grave. Sobre el accidente casi ni se publicó
por esta causa.
El lunes 1 de Julio
de 1974 fallece el Gral. Perón......"
fotografias: Marcelo Garay- Martina Guemes.
Agradezco al sr GABRIEL FIONI, por permitir mostrarnos parte de nuestra historia reciente en el Museo Nacional Malvinas en la ciudad de Oliva, provincia de Còrdoba.
Asimismo al Sr MARCELO SIRI, por dejarnos este relato de uno de los mejores momentos de nuestros aviadores militares y demostrar que realmente en nuestra Fuerza Aèrea existen personas que realmente valen la pena
El avion lo trajeron a remolque por la ruta hasta la II Brigada Aerea.Tuvieron que ir cortando el trafico en la ruta a medida que circulaban y para entrarlo a la base cortar varios arboles.El jefe de escuadron Plessel fallecio años despues en un accidente aereo con un avion Guarani que no pilotaba el.
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